Tener casa propia es el sueño que nuestros padres y abuelos nos inculcaron desde pequeños y esta muy bien que asi sea porque eso significa que, apenas podamos, empezaremos a ahorrar para poder comprarla a diferencia de otras personas que, sin esta educacion basica, malgastan el dinero en coches u otros gastos superfluos.
El problema al tener casa propia es que, mas temprano que tarde, recibiremos la visita de esos parientes cercanos (o casi) cuya unica funcion es ver todo y tomar nota sobre cualquier falla que detecten para luego, con mucho placer, comentarlo con el resto de la parentela.
No lo niegue: cuantas veces al sentir el timbre y ver esos tios y primos que hacia años que no veia adivino inmediatamente que el motivo de esa ingrata sorpresa era, precisamente, hacer un chequeo, in situ, de su propiedad del cual saldrian chismes durante meses y mas meses.
Sin embargo, esto no es tan negativo como puede pensarse porque, al comprar nuestra casa tendemos a ponernos vagos, en realidad, no prestamos tanto atencion a los detalles como deberiamos y, a medida que pasa el tiempo las manchas de humedad crecen, las goteras se hacen mas insistentes y todo empeora sin que nos decidamos a actuar.
Ante la vision invasiva de los parientes nos vemos obligados no solo a ver esos inconvenientes sino tambien a plantear una solucion que nos permitan, cuando hagan una proxima visita, sonreir con superioridad al saber que no podran decir nada porque todo estara perfecto.
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